domingo, 9 de abril de 2017

¿Tienen los políticos la solución?

Estados Unidos es el país con mayor renta del mundo. Posee una tasa de paro por debajo del 5% y unos niveles de productividad, innovación y desarrollo más potentes del planeta. Lidera todos los rankings de competitividad internacional y es destino de muchos inmigrantes de todo el mundo.
Muchos son detractores de las políticas económicas de este país y las consecuencias de desigualdad que genera.

La iniciativa por evolucionar y prosperar es una condición inherente a las personas, ya sea por intereses individuales o por los intereses de quienes les rodean. Es vago y pobre el argumento de combatir la desigualdad aumentando el poder político. La desigualdad entendida como pluralidad y diversidad no debe plantearse como un problema. La igualdad que debe existir en un país es la igualdad ante la ley, nunca la igualdad de resultados. El problema no es desigualdad de un país, sino en el nivel de pobreza que padece.

Existen tres tipos de desigualdad económica, la desigualdad de consumo, de renta y de riqueza. La más mediática es la desigualdad de riqueza, pero la que es más importante y afecta directamente a los ciudadanos de un país es la desigualdad de consumo.

La persona más rica del mundo es Bill Gates, que acumula un patrimonio de más de 80.000 millones de dólares. Muchos piensan que la solución pasa por que los ricos paguen más, pero es absurdo pensar que para combatir la pobreza debemos extraer de forma coactiva la riqueza que este empresario ha acumulado durante toda su vida. El patrimonio de Bill Gates está repartido principalmente en acciones de Microsoft, por lo que la solución mágica que algunos proponen se traduce en quitarle acciones de su empresa para venderlas y así redistribuir la riqueza. Además de la injusticia, no solucionaría ningún problema de desigualdad, pues las acciones de la compañía caerían y se generarían despidos masivos. Esta práctica ya tiene nombre, se llama expropiación, algo que algunos gobiernos han llevado a cabo y se ha traducido en consecuencias devastadores para el país y los ciudadanos del mismo.

Si de verdad pensamos que los políticos son la solución estamos bastante equivocados. Regular y poner trabas al libre comercio solo traerá pobreza para los ciudadanos. Muchos hablan de los problemas de desigualdad que los países avanzados tienen, pero no proponen medidas coherentes para que el país crezca y evolucione, solo hablan de mayor redistribución de la riqueza. Son muchos los ejemplos que hay para argumentar esta opinión. Desde las economías más planificadas de América Latina, pasando por las diferencias entre Corea de Norte y Corea del Sur, hasta la Alemania del Este y del Oeste. El libre comercio beneficia a todos, tanto a países pobres como países ricos. La globalización ha permitido que muchos países subdesarrollados tengan la oportunidad de prosperar y crear riqueza, aumentando el nivel de bienestar de los ciudadanos.

La economía no es un juego de suma 0. La riqueza no es algo estático e inamovible, sino que crece y cada vez hay más cantidad disponible para todos. Queda más que demostrado que el mercado asigna los recursos de manera más eficiente y pensar que un burócrata conoce cuales son las necesidades de cada ser humano sería pecar de ingenuidad.