lunes, 29 de diciembre de 2014

Infierno fiscal 2ª parte: Historia de un robo



En esta segunda parte de esta espeluznante mini serie que por desgracia es demasiado real, y es que en España, la realidad vuelve a superar a la ficción como suele decirse, sin embargo, a veces esa realidad no es tan perceptible como pudiese parecer, y es que es más fácil recaudar en pequeñas dosis a hacerlo todo de golpe, empezando porque de esta manera el ciudadano no ve realmente lo que se le quita, así, vamos a analizar el total de lo que nos arrebatan comparado en el sueldo medio español y lo que aún es peor, a lo que es arrebatado a alguien que cobre el salario mínimo interprofesional, que son los que más lo notan.




Así, vamos a comenzar por el salario medio español bruto, que en 2013 según el INE se encontraba en 22.790€, dividido en las 14 pagas de rigor, hace un total de 1.628€. Ahora, vamos a desglosar qué pasa con este sueldo en manos de unos cuantos impuestos. En primer lugar, decimos adiós a la cotización de la Seguridad Social a costa del empresario, que representa un 29’22% del salario del trabajador, esta parte siempre ha estado oculta en el salario y que a partir del año que viene comenzará a mostrarse, tras este impuesto entonces, nos quedamos con 16.130’76€ una rebaja bastante considerable del sueldo, sin embargo, ni siquiera hemos terminado con la Seguridad Social ya que aún nos queda la parte del trabajador, que será de 6’35% sobre el salario restante, esto nos deja una cantidad de 15.106’47€, de esta manera, sólo la Seguridad Social representa una carga sobre el salario del trabajador del 33’73% cubriendo sólo gastos sanitarios, desempleo y formación profesional, un porcentaje que parece un poco alto. Ahora entramos en esta segunda fase impositiva que corresponde mayormente a IRPF e impuestos al consumo. En primer lugar debemos aplicar el IRPF que tendrá un tipo del 24’75% del restante (12’75% estatal y 12% de CCAA) aunque hay que descontar los primeros 5.150€ que tributan al 0%, lo que nos deja con , 12.716'92€ este será el importe que tendrá finalmente el trabajador medio español para gastar en lo que le apetezca, sin embargo no piensen ni por un segundo que es el fin de sus impuestos.

Ahora entramos en la fase donde podemos perder de vista muy fácilmente las cantidades que pagamos de impuestos; entramos en la fase de los impuestos al consumo, donde el gobierno de turno impone su famoso impuesto sobre el consumo, que sigue varios tipos, y además discrimina una serie de productos que se ven sometidos a una serie de impuestos especiales. De esta manera, comenzamos por el hecho de que en 2012, las familias españolas ahorraron sólo un 2’5% de sus ingresos, una cantidad ridícula, debido a la crisis y la pérdida de poder adquisitivo tanto por ésta como por las políticas monetarias llevadas a cabo, sin embargo no crean que por pequeño se libraría de su impuesto particular, de tal manera, este importe a gastar sería de 12.399€, unos de 1.033'25€ al mes. Sin embargo, tras este gasto que se produce en la media, se vuelven a esfumar una cantidad superior a los 2.495'92€ quedando la cantidad de 9.903'08€, es decir un 20’13% de lo que gastamos va destinado a impuestos y no corresponde al precio del producto. Este cálculo está hecho en función de las ponderaciones en la conocida “cesta de la compra” y el tipo impositivo que tuviesen, así mientras algunos servicios no tributan como pueden ser los servicios financieros (valor residual en esta cesta) mientras que otros productos claves como la electricidad o la gasolina tributan a unos niveles desorbitados como es que el precio de la electricidad esté compuesto en un 56’81% de impuestos y la gasolina tenga un 47’70% de su precio como impuestos. Además, las empresas se ven obligadas a sortear otro impuesto importante que no hemos mencionado en este artículo, es el impuesto de sociedades con un tipo impositivo de un 30%, que si bien se aplica después de contabilizar costes, representa una desventaja a las empresas que tributan aquí ya que impide la llegada de nuevos inversores atraídos por las ganancias (que podrían ser mucho mayores) de estas empresas y además impide la reinversión en la propia empresa lo que crearía un mayor empleo y una mayor inversión en el país. Ahora debemos acordarnos de ese pequeño 2’5% que dejamos para el ahorro, digamos que este 2’5%, que son 317'92€, se meten en un depósito, que da una rentabilidad del 6% anual, esto nos daría un beneficio de 19'07€ con lo cual lo ahorrado valdría 337€, sin embargo tendría que pasar bajo el impuesto que en mi opinión es el peor de los que tenemos, ya que el ahorro es el más vital componente de una economía, el más complicado de conseguir, y además ahora, saqueado. Y es que el impuesto sobre el ahorro, que grava a un 30% el ahorro (siempre que sea menor de 6.000€)  representa el mayor robo sobre el ciudadano y la perfecta demostración de hasta dónde puede llegar el Estado en su afán recaudatorio. De esta manera, el beneficio del ahorrador se quedó en 13'35€ y el ahorro se queda con 331'27€. De esta manera queda un salario medio tras el expolio sufrido por la Administración, de lo que podría haber sido una renta de 22.809'07€ (contando con los intereses del ahorro), nos quedamos simplemente con 10.234'35€, una simple limosna. Esto podría terminar aquí y despedirnos, sin embargo la realidad no es esa ya que si por algo se ha caracterizado esta burbuja y la crisis en general, ha sido por la compra de casas, y claro, la administración debía sacar tajada de ello, así que el famoso IBI debía crecer, de hecho ha sido quien ha salvado a los Ayuntamientos de la bancarrota tras sus irresponsables gestiones, de esta manera, el IBI medio fue  de 800€, por lo cual, la renta se nos vuelve a caer y se queda en 9.434'35€ para el año.



Ahora pasemos a un caso peor incluso que el anterior: el salario mínimo. El salario mínimo  en España en 2012 se hizo famosos por la típica imagen del salario mínimo español con el resto de Europa donde ponía que el salario mínimo interprofesional era de 641’40€ al mes, esto sería lo que percibiría el trabajador con respecto a su renta, sin embargo, ¿Cuánto vale el salario mínimo en realidad? En realidad este salario mínimo era de 16.532’11€/año (las 14 pagas), pero aún siendo 14 pagas no parece realmente un mal sueldo, ya que se quedaría en 1.180’87€ por paga, sin embargo, algo ocurre para que este sueldo se venga abajo. Esto no es magia, ni mucho menos, se llama Estado y en esta caso particular lo vemos en su mayor expresión de mezquindad y despropósito, y es que en la mayoría de países, el sistema de impuestos suele ser progresivo, una progresión que suele ir encaminada  a que el pobre pague menos mientras el rico subsana este descuento al pobre, se puede tener mejor o peor opinión de esto, pero lo que está claro es que el objetivo del sistema fiscal sería el permitir que las personas con menos recursos tengan más oportunidades, sin embargo, en España no lo vemos así, y simplemente el rico paga más, sin más, sin mayores oportunidades para el pobre ni redistribución, nada, sólo un afán recaudatorio sin límites que me lleva a pensar que tal vez  los “endemoniados banqueros sin escrúpulos” no eran más que angelitos. Lo más preocupante de esto es la filosofía subyacente en ambas filosofías: mientras por un lado tenemos una filosofía de los menores impuestos posibles (sobre todo países anglosajones), en los países mediterráneos de Europa parece que la filosofía es la contraria: los mayores impuestos posibles, esto es visible en que por ejemplo, el salario mínimo y el medio comparten tramo tanto en Seguridad Social, que es igual para todos, como en IRPF. Aquí podemos ver qué pasa con un salario mínimo a lo largo de su tortuoso camino a través de los impuestos. De esta manera, empezamos con 16.532’11€ que nos pagan al año, de aquí comenzamos quitando la Seguridad Social a cargo del empresario que supone un 29’9%, lo que nos queda como 11.589’01€, a esto le volvemos a quitar el 6’35%, tras lo que queda 10.853’11€, tras esto hay que añadir IRPF cuyo tipo será el mismo: 12’75% el estatal y otro 12% de media de las CCAA descontando los primeros 5.150€, así que este salario se queda en 9.484'36€, aquí debemos volver a realizar la separación de 97’5% a consumo y 2’5% al ahorro. De esta manera, de los 9.247'25€ dedicados al consumo, el Estado se queda mediante el IVA y otros impuestos en 7.385'78€, por otro lado, lo ahorrado que sería 237'11€, suponiendo que nos diese un rendimiento del 6% anual como el anterior, sería una cantidad de 251'34€ a lo que habría que restarle el impuesto al ahorro, por lo que se quedaría en 247’75€, sumamos las dos cantidades, y lo que eran 16.542'07€ da un resultado de 7.633'53€.

Sin embargo este no es el fin de los impuestos que pagamos, existen una infinidad de tasas preparadas para asaltar el bolsillo del ciudadano en cuanto se mueva, aquí les dejo el enlace:
http://www.agenciatributaria.es/AEAT.internet/Inicio_es_ES/_Configuracion_/_top_/Ayuda/Pago_de_impuestos__tasas_y_deudas_por_Internet/Tasas/Tasas.shtml

sábado, 6 de diciembre de 2014

Infierno fiscal 1ª parte: El origen del mal



No hemos sido buenos, hemos sido avariciosos y sinceramente, lo hemos querido todo. Hemos visto como deseable la idea de que podíamos subir los impuestos a todos aquellos quienes no fuesen uno mismo, hemos pecado de ingenuidad. Y es que al intentar esa subida en la que pensábamos “ya le tocará a otro” no hicimos sino engañarnos, y entre ingenuidad y avaricia hemos construido un súper Estado con la potestad de imponer cualquier impuesto que quiera, impuestos por la necesidad de financiarse, impuestos para modificar nuestras conductas, impuestos que pueden ir a voluntad de los políticos del momento según sus propósito o beneficio. La consecuencia de esto además, es darle al Estado más y más competencias, es imposible que con la mitad de nuestra renta nos hagamos cargo de la totalidad de nuestras necesidades o gastos y hemos dejado que el Estado se haya ocupado de esto con su monopolio irrevocable que conlleva ineficiencias e imposibilidad de competencia.


De esta manera, vamos a proceder a analizar conceptualmente los impuestos más importantes en este país: el impuesto sobre la renta o IRPF, impuesto al consumo o IVA, las cotizaciones a la Seguridad Social y el impuesto de sociedades.

            -IRPF: este impuesto va ligado al trabajo, retiene una parte del sueldo del trabajador. De esta manera, el Estado se apropia de manera unilateral del trabajo del ciudadano sin preguntar a éste si desea financiarlo, si está de acuerdo con los servicios que presta el Estado con su dinero (recordemos guerras, corrupción, gestiones ineficientes, burocracia…) o si incluso no se siente parte de este Estado. La pregunta que cabe hacerse ante este abuso ante el ciudadano es dónde está la línea donde pueden dejar de arrebatar el trabajo del ciudadano, es decir, a partir de qué nivel dejamos de entregar nuestro trabajo al Estado, es decir a partir de qué momento dejamos de realizar unos trabajos forzados y comenzamos a trabajar para nosotros mismos.

            -IVA: este es el famoso impuesto al consumo, popular en los últimos tiempos por las modificaciones sufridas que siguiendo la tónica del PP en España, han seguido ahogando al ciudadano. Sin embargo, este es el único impuesto al que le veo una cualidad a la hora de ser recaudado, y es que su imposición penaliza el consumo (cualquier impuesto penaliza la actividad que grave), beneficiando indirectamente el ahorro. Sin embargo, de nuevo parece la apropiación del Estado en una actividad económica tan simple como es el intercambio de bienes, en el que el Estado realiza su intromisión habitual para su propia financiación. Y es que si lo pensamos bien, ¿por qué la compra de una camisa debe suponerme el pago de un elevado impuesto?

            -Cotizaciones a la Seguridad Social: este impuesto puede decirse que es distinto al resto, puede parecer el menos perjudicial o incluso podría decirse que es deseable. ¿Quién no quiere tener sus gastos sanitarios, de desempleo y de pensiones cubiertos? Un gasto que cualquiera medianamente normal realizaría, sin embargo, ¿por qué e Estado me obliga a elegir su propia sanidad, servicio de pensiones o prestación de desempleo sin preguntarme? ¿A qué ese privilegio sobre el resto? ¿No será deseable disponer de ese dinero para algún seguro privado que pueda beneficiarme más?

            -Impuesto sobre sociedades: este impuesto podría verse igual de injustificado que el que grava la renta, y es que en lugar de apropiarse del trabajo de un solo ciudadano, se apropia del trabajo de todo un conjunto. Puede que éste sea de los más perjudiciales económicamente hablando, ya que reduce las posibilidades de las empresas de crecer y seguir creando empleos que enriquezcan a la sociedad.

Me gustaría recalcar que en la lectura de este artículo pensásemos en nuestro bolsillo, en como afecta a su sueldo, a su vida en general. Esta vista de la situación nos hace ver que realmente la recaudación de impuestos no es realmente moral en sí misma, ya que las vías usadas se manifiestan claramente injustas debido a la apropiación del Estado unilateralmente del esfuerzo del trabajador y su intromisión en la vida del ciudadano tanto en lo que pueda producir, como en lo que pueda gastar.

Además de los motivos funcionales que nos pueden llevar a querer bajar los impuestos, que al final siempre resulta beneficioso para la economía, se une también una cuestión moral: la de no arrebatar al ciudadano su trabajo, no verse despojado de lo que es suyo. Así, de esto podemos sacar una conclusión clara y concisa: los impuestos deben ser los menores posibles, el apoderamiento del Estado sobre el trabajo del ciudadano debe ser la estrictamente necesaria para evitar el vaciamiento del bolsillo del ciudadano, del trabajador, del nuestro propio. Esta es la vía para evitar que la mitad de lo que producimos se nos vaya sin tan siquiera poder verlo, es la vía para salir de este infierno fiscal.