lunes, 29 de diciembre de 2014

Infierno fiscal 2ª parte: Historia de un robo



En esta segunda parte de esta espeluznante mini serie que por desgracia es demasiado real, y es que en España, la realidad vuelve a superar a la ficción como suele decirse, sin embargo, a veces esa realidad no es tan perceptible como pudiese parecer, y es que es más fácil recaudar en pequeñas dosis a hacerlo todo de golpe, empezando porque de esta manera el ciudadano no ve realmente lo que se le quita, así, vamos a analizar el total de lo que nos arrebatan comparado en el sueldo medio español y lo que aún es peor, a lo que es arrebatado a alguien que cobre el salario mínimo interprofesional, que son los que más lo notan.




Así, vamos a comenzar por el salario medio español bruto, que en 2013 según el INE se encontraba en 22.790€, dividido en las 14 pagas de rigor, hace un total de 1.628€. Ahora, vamos a desglosar qué pasa con este sueldo en manos de unos cuantos impuestos. En primer lugar, decimos adiós a la cotización de la Seguridad Social a costa del empresario, que representa un 29’22% del salario del trabajador, esta parte siempre ha estado oculta en el salario y que a partir del año que viene comenzará a mostrarse, tras este impuesto entonces, nos quedamos con 16.130’76€ una rebaja bastante considerable del sueldo, sin embargo, ni siquiera hemos terminado con la Seguridad Social ya que aún nos queda la parte del trabajador, que será de 6’35% sobre el salario restante, esto nos deja una cantidad de 15.106’47€, de esta manera, sólo la Seguridad Social representa una carga sobre el salario del trabajador del 33’73% cubriendo sólo gastos sanitarios, desempleo y formación profesional, un porcentaje que parece un poco alto. Ahora entramos en esta segunda fase impositiva que corresponde mayormente a IRPF e impuestos al consumo. En primer lugar debemos aplicar el IRPF que tendrá un tipo del 24’75% del restante (12’75% estatal y 12% de CCAA) aunque hay que descontar los primeros 5.150€ que tributan al 0%, lo que nos deja con , 12.716'92€ este será el importe que tendrá finalmente el trabajador medio español para gastar en lo que le apetezca, sin embargo no piensen ni por un segundo que es el fin de sus impuestos.

Ahora entramos en la fase donde podemos perder de vista muy fácilmente las cantidades que pagamos de impuestos; entramos en la fase de los impuestos al consumo, donde el gobierno de turno impone su famoso impuesto sobre el consumo, que sigue varios tipos, y además discrimina una serie de productos que se ven sometidos a una serie de impuestos especiales. De esta manera, comenzamos por el hecho de que en 2012, las familias españolas ahorraron sólo un 2’5% de sus ingresos, una cantidad ridícula, debido a la crisis y la pérdida de poder adquisitivo tanto por ésta como por las políticas monetarias llevadas a cabo, sin embargo no crean que por pequeño se libraría de su impuesto particular, de tal manera, este importe a gastar sería de 12.399€, unos de 1.033'25€ al mes. Sin embargo, tras este gasto que se produce en la media, se vuelven a esfumar una cantidad superior a los 2.495'92€ quedando la cantidad de 9.903'08€, es decir un 20’13% de lo que gastamos va destinado a impuestos y no corresponde al precio del producto. Este cálculo está hecho en función de las ponderaciones en la conocida “cesta de la compra” y el tipo impositivo que tuviesen, así mientras algunos servicios no tributan como pueden ser los servicios financieros (valor residual en esta cesta) mientras que otros productos claves como la electricidad o la gasolina tributan a unos niveles desorbitados como es que el precio de la electricidad esté compuesto en un 56’81% de impuestos y la gasolina tenga un 47’70% de su precio como impuestos. Además, las empresas se ven obligadas a sortear otro impuesto importante que no hemos mencionado en este artículo, es el impuesto de sociedades con un tipo impositivo de un 30%, que si bien se aplica después de contabilizar costes, representa una desventaja a las empresas que tributan aquí ya que impide la llegada de nuevos inversores atraídos por las ganancias (que podrían ser mucho mayores) de estas empresas y además impide la reinversión en la propia empresa lo que crearía un mayor empleo y una mayor inversión en el país. Ahora debemos acordarnos de ese pequeño 2’5% que dejamos para el ahorro, digamos que este 2’5%, que son 317'92€, se meten en un depósito, que da una rentabilidad del 6% anual, esto nos daría un beneficio de 19'07€ con lo cual lo ahorrado valdría 337€, sin embargo tendría que pasar bajo el impuesto que en mi opinión es el peor de los que tenemos, ya que el ahorro es el más vital componente de una economía, el más complicado de conseguir, y además ahora, saqueado. Y es que el impuesto sobre el ahorro, que grava a un 30% el ahorro (siempre que sea menor de 6.000€)  representa el mayor robo sobre el ciudadano y la perfecta demostración de hasta dónde puede llegar el Estado en su afán recaudatorio. De esta manera, el beneficio del ahorrador se quedó en 13'35€ y el ahorro se queda con 331'27€. De esta manera queda un salario medio tras el expolio sufrido por la Administración, de lo que podría haber sido una renta de 22.809'07€ (contando con los intereses del ahorro), nos quedamos simplemente con 10.234'35€, una simple limosna. Esto podría terminar aquí y despedirnos, sin embargo la realidad no es esa ya que si por algo se ha caracterizado esta burbuja y la crisis en general, ha sido por la compra de casas, y claro, la administración debía sacar tajada de ello, así que el famoso IBI debía crecer, de hecho ha sido quien ha salvado a los Ayuntamientos de la bancarrota tras sus irresponsables gestiones, de esta manera, el IBI medio fue  de 800€, por lo cual, la renta se nos vuelve a caer y se queda en 9.434'35€ para el año.



Ahora pasemos a un caso peor incluso que el anterior: el salario mínimo. El salario mínimo  en España en 2012 se hizo famosos por la típica imagen del salario mínimo español con el resto de Europa donde ponía que el salario mínimo interprofesional era de 641’40€ al mes, esto sería lo que percibiría el trabajador con respecto a su renta, sin embargo, ¿Cuánto vale el salario mínimo en realidad? En realidad este salario mínimo era de 16.532’11€/año (las 14 pagas), pero aún siendo 14 pagas no parece realmente un mal sueldo, ya que se quedaría en 1.180’87€ por paga, sin embargo, algo ocurre para que este sueldo se venga abajo. Esto no es magia, ni mucho menos, se llama Estado y en esta caso particular lo vemos en su mayor expresión de mezquindad y despropósito, y es que en la mayoría de países, el sistema de impuestos suele ser progresivo, una progresión que suele ir encaminada  a que el pobre pague menos mientras el rico subsana este descuento al pobre, se puede tener mejor o peor opinión de esto, pero lo que está claro es que el objetivo del sistema fiscal sería el permitir que las personas con menos recursos tengan más oportunidades, sin embargo, en España no lo vemos así, y simplemente el rico paga más, sin más, sin mayores oportunidades para el pobre ni redistribución, nada, sólo un afán recaudatorio sin límites que me lleva a pensar que tal vez  los “endemoniados banqueros sin escrúpulos” no eran más que angelitos. Lo más preocupante de esto es la filosofía subyacente en ambas filosofías: mientras por un lado tenemos una filosofía de los menores impuestos posibles (sobre todo países anglosajones), en los países mediterráneos de Europa parece que la filosofía es la contraria: los mayores impuestos posibles, esto es visible en que por ejemplo, el salario mínimo y el medio comparten tramo tanto en Seguridad Social, que es igual para todos, como en IRPF. Aquí podemos ver qué pasa con un salario mínimo a lo largo de su tortuoso camino a través de los impuestos. De esta manera, empezamos con 16.532’11€ que nos pagan al año, de aquí comenzamos quitando la Seguridad Social a cargo del empresario que supone un 29’9%, lo que nos queda como 11.589’01€, a esto le volvemos a quitar el 6’35%, tras lo que queda 10.853’11€, tras esto hay que añadir IRPF cuyo tipo será el mismo: 12’75% el estatal y otro 12% de media de las CCAA descontando los primeros 5.150€, así que este salario se queda en 9.484'36€, aquí debemos volver a realizar la separación de 97’5% a consumo y 2’5% al ahorro. De esta manera, de los 9.247'25€ dedicados al consumo, el Estado se queda mediante el IVA y otros impuestos en 7.385'78€, por otro lado, lo ahorrado que sería 237'11€, suponiendo que nos diese un rendimiento del 6% anual como el anterior, sería una cantidad de 251'34€ a lo que habría que restarle el impuesto al ahorro, por lo que se quedaría en 247’75€, sumamos las dos cantidades, y lo que eran 16.542'07€ da un resultado de 7.633'53€.

Sin embargo este no es el fin de los impuestos que pagamos, existen una infinidad de tasas preparadas para asaltar el bolsillo del ciudadano en cuanto se mueva, aquí les dejo el enlace:
http://www.agenciatributaria.es/AEAT.internet/Inicio_es_ES/_Configuracion_/_top_/Ayuda/Pago_de_impuestos__tasas_y_deudas_por_Internet/Tasas/Tasas.shtml

sábado, 6 de diciembre de 2014

Infierno fiscal 1ª parte: El origen del mal



No hemos sido buenos, hemos sido avariciosos y sinceramente, lo hemos querido todo. Hemos visto como deseable la idea de que podíamos subir los impuestos a todos aquellos quienes no fuesen uno mismo, hemos pecado de ingenuidad. Y es que al intentar esa subida en la que pensábamos “ya le tocará a otro” no hicimos sino engañarnos, y entre ingenuidad y avaricia hemos construido un súper Estado con la potestad de imponer cualquier impuesto que quiera, impuestos por la necesidad de financiarse, impuestos para modificar nuestras conductas, impuestos que pueden ir a voluntad de los políticos del momento según sus propósito o beneficio. La consecuencia de esto además, es darle al Estado más y más competencias, es imposible que con la mitad de nuestra renta nos hagamos cargo de la totalidad de nuestras necesidades o gastos y hemos dejado que el Estado se haya ocupado de esto con su monopolio irrevocable que conlleva ineficiencias e imposibilidad de competencia.


De esta manera, vamos a proceder a analizar conceptualmente los impuestos más importantes en este país: el impuesto sobre la renta o IRPF, impuesto al consumo o IVA, las cotizaciones a la Seguridad Social y el impuesto de sociedades.

            -IRPF: este impuesto va ligado al trabajo, retiene una parte del sueldo del trabajador. De esta manera, el Estado se apropia de manera unilateral del trabajo del ciudadano sin preguntar a éste si desea financiarlo, si está de acuerdo con los servicios que presta el Estado con su dinero (recordemos guerras, corrupción, gestiones ineficientes, burocracia…) o si incluso no se siente parte de este Estado. La pregunta que cabe hacerse ante este abuso ante el ciudadano es dónde está la línea donde pueden dejar de arrebatar el trabajo del ciudadano, es decir, a partir de qué nivel dejamos de entregar nuestro trabajo al Estado, es decir a partir de qué momento dejamos de realizar unos trabajos forzados y comenzamos a trabajar para nosotros mismos.

            -IVA: este es el famoso impuesto al consumo, popular en los últimos tiempos por las modificaciones sufridas que siguiendo la tónica del PP en España, han seguido ahogando al ciudadano. Sin embargo, este es el único impuesto al que le veo una cualidad a la hora de ser recaudado, y es que su imposición penaliza el consumo (cualquier impuesto penaliza la actividad que grave), beneficiando indirectamente el ahorro. Sin embargo, de nuevo parece la apropiación del Estado en una actividad económica tan simple como es el intercambio de bienes, en el que el Estado realiza su intromisión habitual para su propia financiación. Y es que si lo pensamos bien, ¿por qué la compra de una camisa debe suponerme el pago de un elevado impuesto?

            -Cotizaciones a la Seguridad Social: este impuesto puede decirse que es distinto al resto, puede parecer el menos perjudicial o incluso podría decirse que es deseable. ¿Quién no quiere tener sus gastos sanitarios, de desempleo y de pensiones cubiertos? Un gasto que cualquiera medianamente normal realizaría, sin embargo, ¿por qué e Estado me obliga a elegir su propia sanidad, servicio de pensiones o prestación de desempleo sin preguntarme? ¿A qué ese privilegio sobre el resto? ¿No será deseable disponer de ese dinero para algún seguro privado que pueda beneficiarme más?

            -Impuesto sobre sociedades: este impuesto podría verse igual de injustificado que el que grava la renta, y es que en lugar de apropiarse del trabajo de un solo ciudadano, se apropia del trabajo de todo un conjunto. Puede que éste sea de los más perjudiciales económicamente hablando, ya que reduce las posibilidades de las empresas de crecer y seguir creando empleos que enriquezcan a la sociedad.

Me gustaría recalcar que en la lectura de este artículo pensásemos en nuestro bolsillo, en como afecta a su sueldo, a su vida en general. Esta vista de la situación nos hace ver que realmente la recaudación de impuestos no es realmente moral en sí misma, ya que las vías usadas se manifiestan claramente injustas debido a la apropiación del Estado unilateralmente del esfuerzo del trabajador y su intromisión en la vida del ciudadano tanto en lo que pueda producir, como en lo que pueda gastar.

Además de los motivos funcionales que nos pueden llevar a querer bajar los impuestos, que al final siempre resulta beneficioso para la economía, se une también una cuestión moral: la de no arrebatar al ciudadano su trabajo, no verse despojado de lo que es suyo. Así, de esto podemos sacar una conclusión clara y concisa: los impuestos deben ser los menores posibles, el apoderamiento del Estado sobre el trabajo del ciudadano debe ser la estrictamente necesaria para evitar el vaciamiento del bolsillo del ciudadano, del trabajador, del nuestro propio. Esta es la vía para evitar que la mitad de lo que producimos se nos vaya sin tan siquiera poder verlo, es la vía para salir de este infierno fiscal.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

Devaluar ¿Panacea o perdición?












¿Se imaginan salir a la calle y encontrarse con unos niños jugando con nada más y nada menos que billetes? Esto es lo que pasó en Alemania tras la Primera Guerra Mundial, cuando nuestros amigos alemanes estaban arruinados (sí, los alemanes también se pueden arruinar). Ésta situación se dio cuando, tras la finalización de esta guerra, los alemanes se vieron ante la obligación de pagar una gigantesca deuda a las potencias vencedoras en concepto de “reparaciones” y cosas varias, que en realidad eran producto del rencor de las potencias vencedoras. Alemania se dio cuenta de que esta gigantesca deuda era imposible de pagar, por lo que optó por la que se considera uno de los mayores errores en la historia de la economía moderna: imprimir dinero para pagar esa deuda. Esto provocó que el valor del dinero se perdiese y que prácticamente no valiese nada, hasta llegar al punto que vemos en la imagen. Por supuesto, este es un caso extremo, pero es un ejemplo claro de lo que una devaluación dura podría suponer. Y es que se habla mucho últimamente de la famosa devaluación, pero exactamente ¿qué es devaluar?, su definición exacta es la de “disminución del valor de una moneda u otra cosa”, algo que tiene una serie de consecuencias para cualquier economía, pero veamos cuáles son.

Primero, vemos cómo se consigue que una moneda pierda parte de su valor. Esto depende del banco central, es decir, quien emite la moneda, en nuestro caso el Banco Central Europeo. Para que la moneda pierda valor, lo que debe poner más dinero en circulación ya que al haber más moneda circulando ésta pierde valor. Este dinero en circulación se puede medir con la base monetaria. Al reducir el valor de tu moneda, lo que se pretende conseguir normalmente es “reactivar la economía” ya que al disponer de más dinero, se supone que la economía podría recuperarse. En la teoría esta es la “chispa” que necesita la economía para volver a crecer, presuponiendo que la economía es como un motor, aunque la economía afortunadamente es mucho más que eso, son relaciones sociales, son decisiones de personas, es sobre nosotros, sobre nuestro comportamiento. Otro punto a favor de esta devaluación es que supuestamente aumenta las exportaciones. Este es un efecto de una de las consecuencias de la devaluación: nos hace más pobres súbitamente respecto al resto de monedas, ya que la nuestra vale menos.

Sin embargo, esta devaluación presenta muchas desventajas, una de las principales es, la de la subida generalizada de los precios, al inyectar más dinero en la economía es obvio que las cosas valdrán más. La teoría keynesiana dice que al subir los precios, los sueldos también deben subir en igual medida, sin embargo esto es sólo el producto de una “inflación de precios sana”, la que viene provocada por el mercado, de tal manera, en el panorama actual de devaluación del euro desde prácticamente su inicio vemos esto:


Este gráfico nos muestra cómo, aunque el sueldo medio se ha mantenido más o menos constante desde 2002 (ha crecido un 6’94% hasta 2011) el IPC, instrumento mediante el que se mide la inflación usualmente, sí ha crecido sustancialmente (24 puntos porcentuales). De esta manera, el español medio, y en nombre de la devaluación, al aumentar su renta un 7% y hacer que su dinero valga un 24% menos, no creo que le haya salido bien la jugada que le han impuesto. Sin embargo, este arma de la inflación “controlada” al Gobierno le viene de perlas, ya que los sueldos suben con el IPC aunque en menor medida que este, con lo cual, el ciudadano de a pie verá su sueldo incrementarse y aunque en realidad pueda comprar menos, quedará encantado. Esta subida del IPC ha implicado además en esta crisis el incremento no sólo de la desigualdad en el país, sino de la pobreza, y es España es tradicionalmente un país con una elevada tasa de paro debido a sus grandes restricciones en el mercado de trabajo (altas cotizaciones, alta regulación, alto SMI…) esto hace que ante una subida del IPC seamos especialmente vulnerables, ya que los desempleados no sólo tienen una dificultad para comprar sus bienes, sino que además los precios suben para ellos sin una renta que suba al menos un poco o que pueda soportar ésta subida.

En el apartado de las exportaciones, cabría pensar en la enorme ayuda que esto tendría que significar para las empresas exportadoras, ya que al hacer que nuestra moneda tuviese un menor valor, les debería ser más fácil exportar. En principio esta premisa no tendría por qué ser falsa, sin embargo, en economía y en los negocios, nunca dependemos de una sola variable, sino del entorno entero, así países devaluadores hasta el agotamiento como son Venezuela o Argentina, que además tienen productos que ofrecer (por ejemplo Venezuela tiene las reservas petrolíferas más grandes del mundo), ven cómo sus exportaciones decaen. Y es que lo principal aquí no es tanto la moneda, sino lo competitivo que puedas ser, que es lo que realmente ahorra tus costes. Este argumento de la moneda, tiene además una gran contrapartida, y es que puede que sirva para abaratar las exportaciones, sin embargo otro efecto es que también encarece las importaciones, una gran parte de los costes de estas empresas exportadoras son importaciones, que hacen el coste de producir el producto sea igual, lo único que se pueden ahorrar realmente las empresas en este caso es la actividad que se produce dentro del país o donde esté la moneda circulante, que es, en su mayoría el capital humano, es decir, estás abaratando la mano de obra de un país y haciendo caer sus sueldos reales. Esto no queda aquí, ya que como hemos dicho, las importaciones se hacen más caras, una de estas importaciones es la energía, y dentro de la energía es el petróleo. Existen un gran número de estudios desde el siglo XIX que ponen de manifiesto cómo una energía barata y abundante, a la vez que eficaz se correlaciona con una economía sana y creciente, en nuestro país todo lo que es energía no puede ser tomado como ejemplo ya que la hiperregulación desvirtúa este ejemplo además de encarecerla. Sin embargo, un ejemplo sencillo y claro de cómo la energía se vuelve más cara es Japón. Japón es país que basa casi toda su energía en el petróleo hasta tal punto, de que el movimiento del precio del petróleo, mueve su propia moneda, el yen.

Name of time-series
[Statistical category]
Unit
Scale
Color
Line style
Line width
Mark type
Group/ Petroleum, coal & natural gas
[Corporate Goods Price Index (2005 Base)/ Import Price Index (yen basis)]
CY2005 average=100
Left
http://www.stat-search.boj.or.jp/img/C1.gif
Solid
Normal
None
Stock Table/Monetary Base
[Monetary Base and the BOJ's Transactions (Stock Table)]
100 million yen
Right
http://www.stat-search.boj.or.jp/img/C2.gif
Solid
Normal
None


Lo que este gráfico nos enseña, es cómo el precio del petróleo ha aumentado con la cantidad de dinero en el mercado, y es que Japón lleva más de 10 años estancado debido a las políticas de devaluación iniciadas por su gobierno en el principio del milenio, intentando reactivarse. El brutal incremento del precio del petróleo ha provocado, una enorme subida del precio del mismo que sólo se ha visto afectado a la baja en épocas de recesión (barras gris oscuras) con el correspondiente impacto en los costes de las empresas y además en el coste de las familias. Qué quiere decir esto, quiere decir las familias también se ven afectadas por la subidas de estas importaciones, por lo cual, las familias tendrán que dedicar más dinero a cosas como la energía u otros productos importados que subirán más aún que los nacionales, así la demanda interna del país cae, haciendo que las empresas nacionales tanto exportadoras como no importadoras caigan y obtengan menos beneficios. Por lo que al final, el esfuerzo por aumentar estas empresas resulta nulo o incluso negativo. Además, una de las bondades de exportar mucho, es la entrada de dinero en el país, algo deseable, sin embargo, esto puede conseguirse por otras vías, me gustaría poner de ejemplo a Suiza, donde con una moneda tradicionalmente fuerte, que ahora intenta la paridad con el euro (aunque empiezan a querer cambiar esto), apuestan por mantener el valor de su moneda para que los ahorros extranjeros puedan encontrar allí un sitio donde refugiarse de las continuas pérdidas de valor de sus bancos centrales, a pesar de esta moneda fuerte, la economía suiza tiene una fuerte actividad exportadora, ya que como he dicho antes lo realmente importante es la competitividad en estas cosas, permitiendo la entrada de capital por ambos lados. Por supuesto, la economía suiza es muy distinta a la nuestra, con mucha más apertura, mucha más libertad y restricciones bajas o inexistentes en algunos casos.


Otro no muy saludable efecto de la devaluación es el perjudicar el ahorro y promover el consumo y el endeudamiento, y es que el ahorrar no parece un buen negocio si tus ahorros en un plazo de 10 años valen un 20% menos, esto debería ser, cuanto menos, indignante. Además, esta entrada de dinero, provoca una bajada de los tipos de interés en préstamos, hipotecas etc… Lo que a su vez provoca que los productos que ofrecen aumentar el dinero ahorrado como depósitos, bonos… Se vea reducido también. Por lo que esta devaluación alienta el consumir cada vez más dinero, y pone grandes facilidades al endeudamiento, algo que puede sentenciar una economía.




Sin esta devaluación sistemática, la crisis que padecemos ahora podría no haber sido tan brutal sin la enorme deuda acumulada debido al crédito barato, el restar valor a los ahorros en general sin su valor original que podría haber significado la salvación de muchas familias, una menor desigualdad, y más importante una menor pobreza debida a un precio de la vida cada vez más alto durante la crisis. Aunque lo que podría haber sido siempre es suposición y no realidad que ha sido la devaluación por sistema.


sábado, 8 de noviembre de 2014

El Gobierno de las Ideas

Como establecer un sistema ideológico sin violar los derechos de ningún ser humano

Proyecto de ciudad para "refugiados ecologistas" de Vicent Callebaut.

Entre todas las ideologías políticas existentes siempre ha surgido la inquietud de cómo llevar a la práctica sus ideas para implantar sus modelos teóricos en la realidad. Históricamente las ideologías más extremas han optado por la violencia, ya sea como herramienta para mantener el poder (nazismo) o como arma revolucionarla para obtenerlo (comunismo), pero existe una solución nunca probada que permitiría a estas ideologías extremas y a cualquier otra establecer su “paraíso” ideológico sin la violación de derechos que supone la violencia: el anarcocapitalismo.

El anarcocapitalismo es una filosofía política que promueve la anarquía entendida como eliminación del Estado, la máxima defensa de la libertad individual y el derecho a la propiedad privada. Bajo este sistema, aquellos individuos ideológicamente contrarios al mismo estarían en su derecho de agruparse y fundar “estados” dentro de unas tierras adquiridas por ellos mismos o de forma dispersa. Dentro de ese “estado” podrían establecer leyes propias, dictándolas en forma de contratos voluntarios. En dichos contratos el órgano de poder se presentaría como una asociación cuyos estatutos podrían hacer las veces de constitución si fuese necesario.  Estos contratos podrían incluir el numero de clausulas que fuese necesario para hacerlos funcionar como leyes que actuaran sobre los firmantes de manera que cualquier agencia de arbitraje pudiera resolver los posibles conflictos o disputas.

Las agencias de arbitraje son una de las claves de la teoría anarcocapitalista, sustituyendo a la justicia pública. Estas agencias, existentes en la actualidad, compiten en el mercado a través de sus costes más bajos, su agilidad o cualquier otra característica deseable por sus clientes. La agencia a utilizar para zanjar las disputas podría fijarse incluso en el mismo contrato, de manera que no exista ninguna sospecha de parcialidad.

La gran ventaja del anarcocapitalismo radica en que cada individuo puede seguir fiel a su ideología dentro de él, dando lugar a un cambio en la manera de gobernar y llegar al poder de las distintas ideologías, pasando del modelo actual, donde las vías para llevar a cabo los planes pasa irremediablemente por la violencia, ya sea en forma de revolución o en forma de democracia que imponga sus ideas a los que no las comparten, a un modelo en el que las ideas puedan llevarse a cabo libremente y en el que el principal papel de sus impulsores será convencer de que sus ideas son las mejores para llevarlas a cabo voluntariamente en las condiciones que pacten los interesados.

Además, el anarcocapitalismo abre la posibilidad de “votar con los pies”, expresión acuñada por economista Charles Tiebout, que expresa la posibilidad que tendrían los ciudadanos de desplazarse a aquellos territorios cuyo sistema mejor se ajustara a sus preferencias, demostrando así mucho mejor sus convicciones que a través del voto.

Otra bondad de esta filosofía sería la posibilidad que tendrían las distintas asociaciones, sistemas o “estados” de aprovecharse de las ventajas de las otras y ofrecer las suyas a través del libre intercambio. Así el bienestar de todos los individuos, agrupados o no se vería incrementado gracias a la libertad para elegir aquello que mejor satisfaga sus necesidades y mejor se ajuste a su concepción del mundo.

Por ejemplo, uno de los pilares del comunismo, el rechazo a la propiedad privada, podría articularse en un contrato de la siguiente manera. Primero, la sociedad comunista, en representación debería asociarse a través de un contrato en el que establezcan sus reglas. Una vez agrupada legalmente, “La Sociedad” podría recibir los bienes de todos sus integrantes para administrarlos de acuerdo a sus ideales, pasando estos bienes de ser propiedad privada a ser propiedad pública en manos de “La Sociedad”. Además, podrían establecerse contratos de una manera similar que hicieran a “La Sociedad” la propietaria de lo producido por sus integrantes, cerrando así el círculo de la propiedad privada.

La principal razón por la que el anarcocapitalismo es denostado por sus opositores es que aquellos que quieren beneficiarse con la implantación de su ideología saben que para ello necesitan valerse de los que no están de acuerdo a través de la violencia, ya que de lo contrario lo apoyarían como medio para lograr sus ideales.